Pues eso. Un paseo. Militar. Ni Julio César en la Galia lo habría hecho mejor. Que poderío!
270 minutos (aproximadamente el mismo tiempo que te pasas de cañas con los amigos durante una semana), 270 minutos...
Primero fueron las huestes de Zar. Nos confiamos y salvamos la batalla al final y gracias a los refueros de infantería. Pero la moral descendió...
Luego, contra los Guardianes de la Acrópolis, no fuimos capaces ni de articular un simple insulto en griego (ahi ya dábamos pena... recordando nuestras huestes a otras de un lugar llamado Camerún, caracterizadas éstas por no distinguir un fusil de una piña de plátanos).
La batalla final fue, al fin, esperanzadora. Esperanzadora pero para el enemigo, en este caso el Pais de la Revolución de los Claveles y al pie del Monte del Destino, nuestras huestes no pegaron un tiro bien dado y tampoco un palo al agua...
Al final nos retiramos de la batalla, antes incluso de que esta haya empezado, eso sí. Somos el Ejército de las Estrellas.