lunes, junio 04, 2007

El ataque de la Grulla

Absorto me hallo. Leyendo el matutino de hoy observo que un lagarto de Komoro (sí, uno de esos que no te gustaría encontrarte en la cama en llegando borracho a casa) ha matadoa mordisco a un niño de 9 años que, al parecer, rondaba los matorrales con intención de hacer sus necesidades. Hasta ese punto todo parece normal, pues lo extraño sería que el niño hubiera muerto al ser alcanzado por una lluvia cocos lanzados por el saurio o, peor aún, de risa porque el saurio se hubiera puesto a bailar un chotis vestido de lagarterana.
Pero no, resulta que el infeliz se muere porque en la isla no hay hospital, a pesar de ser uno de los centros turísticos por excelencia de la zona y las heridas no eran para tanto pero la infección que provocaron acabaron con su vida.
Toca Reflexión

El disfraz de Clark

Seguramente todos recordáis ese tremendo camuflaje urbano que empleaba el bueno de superman cuando se ponía esas gafas de pasta y pasaba desapercibido cuan camaleón en discoteca, unas gafas que serían la envidia de cualquier ejército pues con ellas podrías pasearte por el medio de Senegal y nadie notaría siquiera que eres blanco, vamos ni el Predator ese. Pero claro, tenía que haber alguien que superase el reto. Y aquí lo tenemos. El "solitario". Como el llanero, solo que este más bien es en plan hermanos Dalton pero él solo. Nos referimos claro está, al atracador que busca desesperadamente la policía, guardia civil y la TIA todos a partes iguales.
La particular habilidad de este ser (no voy a decir señor porque no estoy seguro de que sea un hombre pueda ser tal vez un colibrí... o una sardina) es la de esconderse de forma perfecta tras: una barba postiza a lo Saddam, una gabardina estilo vouyeur, gafas de todo a 100 con ojos saltones y aspecto de atracador a más no poder.
Este... cosa, lleva 30 atracos, TODOS de la misma forma y con la misma pinta... si tú vas por la calle y ves a... eso ¿no te llamaría la atención? Sobre todo si estás en Ourense a 40 grados y el tío va tapado hasta las cejas, eso por no hablar de llevar las manos en los bolsillos, y la pipa, y el coche encendido delante del banco... pero claro, en cuanto se quite las gafas, ya nadie le reconocerá, astuto, muy astuto.