De entre las muchas tonterías que se ven por el mundo, la de adquirir un coche con nombre de aborigen del Sahara y que tiene el tamaño de una plaza de toros (el coche no el oborigen) se lleva la palma.
¿Pero a quién se le puede ocurrír semejante burrada? Ah, ya, sí, ya.
A uno que la tenga pequeña. Evidentemente. Si seguimos la teoría de que el coche es la prolongación del pene, está claro.
De momento los que aún nos queda algo de coco seguiremos moviendonos en medios menos ostentosos y dejando claro, sin lugar a dudas, que somos unos portentos sexuales.
PD: Se recomienda el disco Hopes and Fears de Keane. Sin duda.