Por veces tengo la sensación de estar viviendo una amarga pesadilla en la que la gente se tuerce y acaba por adoptar formas realmente increibles, pero lo que he visto en esta última andanza por los cielos del pais me ha hecho reflexionar...
Viaje Vigo - Madrid avión de las siete de la tarde. 140 pasajeros de los cuales unos 100 son ejecutivos de traje y portátil, hasta ahi normal. De entre esos cien, tres cuartas partes aparentan no tener nada más que una impaciencia tal por llegar al destino que no saben en qué entretenerse (hombre, no es que en un avión tengas mucho que hacer que no sea babear con la azafata de turno) pero a esta gente les notas que les pasa algo.
A la media hora de viaje empiezan a sonar los timbre y cada uno pide un café, un gin tonic o, vodka a discrección, todo con tal de aplacar un nerviosismo extraño que padecen. Cuando el avión aterriza se abalanzan en una alocada carrera para alcanzar la puerta, profiriendo golpes e insultos. Todo para nada por que es en ese momento cuando anuncian que la gente bajará del avión por la puerta de atrás no por la delantera. Otra alocada carrera para ser el último.
Después les ves compitiendo por alcanzar un taxi, después competirán por la última habitación libre y después...
He visto cien desquiciados en un avión y, creedme, no me ha gustado.