En toda urbe que se precie existían hasta ahora al menos dos leyendas urbanas dignas de serlo, por un lado tenemos a la chica fantasma, habitante nocturno de cada curva peligrosa desde aqui a Majalahonda y que, según la leyenda, recorre los caminos de la noche avisando a los vivos del peligro de la carretera que acecha en la siguiente curva. Digo yo que aqui en Galicia las chicas estas deben de tener trabajo a patadas porque lo que son curvas hay bastantes... pero no nos descentremos. La otra leyenda es la de la casa encantada. Sabido es que en cada barrio hay al menos una casa con papeles de ser encantada por arte de algún inquilino que, siempre según la tradición, perpetró en ella alguna atrocidaz como liquidar al perro con un palillo de arroz.
Pero bien, desde 2006 y más concretamente desde el 1 de Julio tenemos a una leyenda urbana más. Al que le quitaron el carne a base de quitarle puntos. Ya vereis como en no poco tiempo las habladurías sobre un señor calvo que perdió todos los puntos en una tarde después de haber aparcado en doble fila seis veces recorren la faz del pais aterrorizando a propios y extraños. Id con cuidado no os convirtais en leyenda.
Pero bien, desde 2006 y más concretamente desde el 1 de Julio tenemos a una leyenda urbana más. Al que le quitaron el carne a base de quitarle puntos. Ya vereis como en no poco tiempo las habladurías sobre un señor calvo que perdió todos los puntos en una tarde después de haber aparcado en doble fila seis veces recorren la faz del pais aterrorizando a propios y extraños. Id con cuidado no os convirtais en leyenda.